En el curso de los últimos veinticinco años hubo muchos desarrollos en los motores de autos. Estos cambios se deben a que los motores nuevos fueron armados bajo nuevas especificaciones para lograr una mayor performance, un menor consumo y menores emisiones de polución al medio ambiente.
Uno de los puntos de cambio es el llamado “downsizing”, donde las automotrices fabrican motores cada vez más chicos, de menor cilindrada, con huelgos de armado más pequeños y tienen las mismas prestaciones de motores que antes eran gigantes. Otro de los puntos de cambio es el uso de los convertidores catalíticos, incorporados en los sistemas de inyección electrónica para la reducción de los gases contaminantes producidos en la combustión y que son expulsados por el escape.
Estos motores obviamente requieren aceites de una calidad superior y de una viscosidad mucho menor de los que se usaban hace más de dos décadas y la reducción de un aditivo antifricción esencial conocido como Alquil Ditiofosfato de Zinc (ZDDP), una mezcla de Zinc y Fósforo. Este componente al oxidarse genera subproductos que atacan y obstruyen a los catalizadores, acortando así su vida útil. Oportunamente, esta situación les generó verdaderos dolores de cabeza a las automotrices con respecto a las garantías.