Las ópticas son los ojos, las luces, las pupilas. El paragolpe podría ser la boca. La parrilla representa los pómulos, el símbolo de la marca rompe en el centro la monotonía de la trompa, como la nariz. Las líneas, los detalles, las arrugas. El frente de los autos simula las facciones del rostro humano. La simetría de sus formas, históricas, homogéneas y guardianes del conservadurismo en una industria diversa y en constante innovación, repite la estructura facial.
Se aplica el fenómeno de "pareidolia", un suceso neuropsicológico consistente en el reconocimiento de patrones significativos en estímulos ambiguos y aleatorios. Es la fijación de los hombres en adivinar caras donde no las hay, un recurso neuronal de encontrar el significado de las cosas, en escenarios de caos sensorial. En los autos, la figuración del rostro humano es ancestral, remite a la raíz de la industria. La ubicación y cantidad de las ópticas, la extensión de la parrilla, la estética de la trompa es el orden establecido. No se conciben a los automóviles de otra forma.
Hubo un caso. El Tucker 1948 se llamó también el Tucker Torpedo. Se construyeron apenas 51 unidades del sueño de Preston Thomas Tucker, un constructor que puso en vilo a las grandes compañías estadounidenses en épocas de posguerra. Había fabricado un sedán de vanguardia, seguro, aerodinámico, espacioso, aunque con deficiencias en la potencia que erogaba el motor.
Su desarrollo innovador inspiró el recelo de los gigantes de Detroit. La leyenda dice que la Securities and Exchange Comision, una agencia independiente del Gobierno de los Estados Unidos de América que regula y fiscaliza la emisión de valores mobiliarios, inició una investigación sobre sospechas de malversación de fondos y fraude financiero de Tucker, instigada por los principales fabricantes de automóviles.
Cuando Tucker fue absuelto, sus activos y su fábrica estaban embargados, sus proveedores, inversores y potenciales compradores habían huido por el escándalo. Quedaba en la memoria la construcción de un automóvil paradigmático: el Torpedo rompía la frontal tradicional de los autos con una tercer faro central que giraba al compás del volante para dirigir luz en la dirección hacia donde el vehículo viraba. Preston afirmaba que el 65% de los accidentes nocturnos en ruta se debía a la falta de iluminación.
El Tucker 1948 duró poco. Su concepto de seguridad sacrificaba la identidad de los autos. "No gustó, pero no fue por una cuestión de tendencia. Automáticamente y de manera inconsciente las personas buscan en el auto el reflejo de una persona. Cuando algo de los componentes falta o sobra, no terminás de leer las facciones, no te termina pareciendo atractivo", dice Diego Díscoli, coordinador del Taller de Diseño Automotriz del Instituto Tecnológico de Capacitación Automotriz (ITCA).
Díscoli toma como ejemplo a Tesla Motors, la compañía de autos eléctricos que promete revolucionar la industria automotriz. "No tienen su motor adelante, por lo que no necesitan una toma de aire en la frontal, pero igual construyeron una trompa convencional. Se dieron cuenta que si le sacaban la parrilla, le sacaban un rasgo imprescindible. La gente necesita ver una parrilla delantera y dos faros para imaginarse la boca y los ojos".
Los diseñadores coinciden: todos los autos tienen gestos, muecas, expresiones, semblante, arrugas. "Hay autos que están sonriendo, otros que están tímidos, otros que están enojados, otros que muestran poder. Los estadounidenses fundaron la idea de los autos musculosos para demostrar fuerza y carácter", describe Díscoli. Se olvidó de una faceta: además de la simpatía, la timidez, la agresividad, el erotismo.
Gérard Welter fue el cráneo del mítico Peugeot 205. El diseñador, que murió en febrero a sus 75 años, fue el ícono de una época. En 1968 condujo una renovación de imagen de marca con el lanzamiento del 504, que irrumpió con una apariencia elegante, líneas suaves y distinguidas. Introdujo en su rejuvenecimiento estético faros delanteros en forma trapezoidal, inspirados, según sus propias palabras, en los ojos de la actriz italiana Sophia Loren. La transferencia concibió el concepto de "mirada felina" que adoptó Peugeot para caracterizar a sus modelos.
Welter quería que el 504 generara la misma atracción que Sophia Loren. Sus ojos rasgados, sin una coloración definida, criaron una mirada penetrante, seductora. La confesión del diseñador habilita el estudio neurocientífico "Antropomorfismo emocional: ¿Qué tipo de cara queda bien en la apariencia frontal de un auto?", a cargo de Jan R. Landwehr, Bernd Weber y Andreas Herrmann. El equipo científico de la Universidad de St. Gallen, Suiza, y la Universidad de Bonn, Alemania, utilizó una máquina de resonancia magnética funcional (fMRI) para experimentar el comportamiento cerebral de quienes observaban autos.
Encontraron patrones que respondieron a su pregunta madre: la cara que le queda bien a la apariencia frontal de un auto es la femenina. La conclusión precisa que el frente de un auto enciende los mismos circuitos de recompensa que una cara de mujer. La actividad neuronal es similar en el cuerpo de participantes experimentales, mayoritariamente masculinos. Más allá de la discusiones de género, las construcciones de una cultura patriarcal y del juego de estereotipos sociales, y a pesar de que los autos bien pueden ser fascinantes para las mujeres, los hombres siguen siendo quienes inconscientemente deciden los rasgos de diseño de un automóvil.
El estudio confirmó el concepto: para los diseñadores automotrices el antropomorfismo, la atribución de cualidades humanas a cosas no humanas, sirve como guía, orientación o inspiración para engendrar un estímulo emocional similar al que proporciona la fisonomía facial de las mujeres. El propósito es aplicar leyes de bellezas universales para potenciar la atracción y convencer al comprador. Los investigadores suelen realizar proyectos financiados por compañías automotrices como Porsche y Audi, como recurso de la psicología económica para predecir y comprender las conductas de los consumidores.
Las personas reconocen en los autos expresiones humanas: es más que una metáfora, es un método de trabajo. En el estudio del "antropomorfismo emocional", los expertos concluyeron con una sugerencia: "Nuestros hallazgos permiten la recomendación de darle a la parrilla delantera una expresión amigable, mientras que los faros deberían parecer agresivos".